miércoles, 9 de junio de 2010

Un cepo...

Un cepo con 9 pesas de bronce, dos morteros de mármol, una olla de cobre, una pizarra de almacén, unas tacitas de campo en acero inoxidable, unas tijeras de esquilar, una bandeja de lata, una yerbera esmaltada que me recuerda a mi tía Flor, un mortero de pie de madera maciza y otras piezas únicas son mis tesoros del momento..

Todas estas “cosas viejas” son el comienzo de Volvè. Cada una de ellas movieron algo dentro de mi, son trastos con una vibra especial. No son antigüedades, no parecen tener por ahora ninguna relación entre si, pero seguramente se encuentran en algún lugar.

Cada pieza con su historia original y verdadera y una historia que yo inventé para ellas cuando las vi.

Seguramente me equivoqué en alguna, seguramente compré alguna de ellas a un precio que no valía, pero esta vez voy a darme espacio para equivocarme, voy a permitirme recorrer la curva de aprendizaje sin culpas ni remordimientos. Voy a dejar de lado lo estricta que soy conmigo misma en ciertas cosas, y en esta oportunidad voy a aprender a perder sin miedo.

En general nos educan para ganar y no a perder. Con suerte, más temprano que tarde uno se da cuenta que ambas son dos caras de una misma moneda, que ninguna de las dos es más fácil que la otra. Que no es sencillo ganar dándole la importancia justa, ni perder de la misma manera. Quizás lo relevante es cómo y para qué.

Y en ese ejercicio estoy, mi cómo es queriendo, inventando, soñando, evadiendo, ignorando, escuchándome más, mi para qué es un poco más complicado de explicar.

Tal vez Volvè sea un llamado a mi misma. O tal vez, solo tal vez, sea nada más que la previa a la crisis de los 40.

Solangel

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