viernes, 18 de junio de 2010

Ex fumadora

Hola, me llamo Solangel tengo 37 años y hace 3 meses, 29 días, 18 horas y algunos minutos que dejé de fumar.

Después de 22 años, que comenzaron con un mareo intolerable en la escalinata del último patio del Liceo Departamental de Colonia, ya no fumo.

Era tan “concheto” y “rebelde” que la Solangel de los años 80 no podía quedar afuera.

Me encantaría decirte que me siento mejor, que respiro mejor, que siento otros olores, que veo otros colores, que la vida me cambió y que ahora soy la elegida, pero no.

Me encantaría decirte que tomé una decisión saludable, basada en la autocrítica y en el más profundo análisis de mi vida espiritual, pero no.

Me encantaría decirte que para nada influyó la tan controvertida pero acatada por todos, reglamentación del gobierno, la cual considero absolutamente discriminatoria, con una actitud paternalista que roza con la lesión al derecho privado, pero no.

Y aunque todavía por momentos me acuerdo de él, como de Pablo mi novio a los 12 años, tanto cambiamos ambos, que traerlo al presente no solo sería estúpido sino que mataría el encanto de su recuerdo.

Como buen equipo que somos, la decisión la tomamos juntos, José y yo. Como en tantas otras oportunidades, valoramos el tema objetivamente, somos personas ejecutivas que luego del análisis cuantitativo y cualitativo que el tema amerita llegamos a una conclusión, en este caso, la más obvia. Dos cajillas y media por un lado, una cajilla y media por otro, un auto del 94 por aca, un presupuesto por allá y otros temas menos terrenales, pero no por ello menos carnales, nos llevaron a la ineludible decisión.

Soy una ex fumadora pero no reniego de mi pasado. En mi casa se puede fumar, no se me arruga la nariz con el humo y no tengo autoridad moral para adoctrinar a nadie grande y vacunado que ya sea un fumador consolidado. Descubrí que, los ex fumadores que después de 20 años de intoxicación ininterrumpida, se sienten de buenas a primeras, con derecho a que no los molesten con el olor, lo que tienen es miedo, miedo a volver.

Ahora, si todavía no fumás, si todavía estás a tiempo, tengo la suficiente autoridad para decir que no vale la pena empezar. Lo digo porque quemé gran parte de mi vida y sin contar los dientes más amarillos, otro esfuerzo que agregar a mi lista de cosas que hacer antes de morir y tal vez, como negarlo, alguna compañía eventual en momentos críticos, el cigarro no me dejó mucho más.

Controlarme nunca fue mi fuerte, todavía me cuesta hacer lo que la sociedad dice que es correcto y aunque dejarlo me costó otra vez algunos kilos, supongo que, como con Pablo, con el tiempo confirmaré que fue la decisión correcta.

Si, se nota, otro viernes a la noche sola frente a la computadora cafecito mediante y sin lugar a dudas en pleno ataque de abstinencia!!!!.

Creo que voy a tener que dejar también el café.

Solangel

2 comentarios:

  1. seguí así que vas bien. Y sí, a veces hay que dejar otras cosas, cosas que nos traigan el recuerdo de. Pero sí, es un embole. Por eso no dejo nada!! Besos!

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  2. Te diré que la pasión por "volvé" , sacó además de los cacharros del baúl para lograr capital de inversión, a la escritora que dormía tras el humo de un atrapante cigarrillo.
    Debo reconocer el placer de informar , que una excelente comunicadora se ha establecido entre nosotros. Espero ansiosa otra leyenda, mientras me tomo un tesito a las tres menos cinco de la madrugada.
    congratulation ¡¡¡¡¡¡( felicitaciones , por las dudas.. )

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